Las alcaparras son conocidas en todo el mundo, sin embargo no todos saben que no es un fruto sino el botón floral de la misma planta que tiene su origen en el Mediterráneo.
Las mejores alcaparras que existen son cultivadas y producidas en la isla de Pantelleria, que es una pequeña isla italiana que pertenece a Sicilia, aunque queda más cerca de Túnez que de Italia.
Pantelleria es una isla muy sorprendente en el medio del Mediterráneo, es una tierra muy árida (no tiene ríos) y a la vez muy fértil pues es un tierra de origen volcánica. En esta pequeña isla, verdadero territorio de frontera donde no se puede distinguir entre italianos y tunecinos, entre Europa y África, entre idioma italiano y árabe, se deja atrás cualquier estúpida contraposición de identidades para sentirse simplemente y armoniosamente mediterráneos. Es una isla mágica que no deja indiferente a ningún viajero, según algunos podría ser la isla Ogigia de Calipso de la que habla Homero en la Odisea, pero de hecho visitar esta isla es como viajar en un tiempo remoto que está a punto de revelárte alguna verdad y en donde habitan personas que en apariencia son sencillas pero a una mirada más atenta parecen ser los guardianes de secretos ancestrales que tienen la misión de custodiar antiguas tradiciones artesanales del Mediterráneo, pese a cualquier dificultad y del paso de los milenios.
Una de estas tradiciones es el cultivo y la producción artesanal de las alcaparras.
En la isla de Pantelleria las alcaparras encuentran su terreno y su clima ideal, pues las plantas crecen de manera espontáneas en las paredes de piedra y en las rocas y necesitan apenas de agua.
Después de la cosecha (hecha a mano, una por una bajo el sol!!!), las alcaparras necesitan un periodo de maduración: los productores las ponen en la sal (alrededor del 40% de sal en relación al peso de las alcaparras) durante 10 días y las van mezclando de vez en cuando. Pasado este tiempo se le agrega otro 20% de sal (aproximadamente) y se dejan reposar otros 10 días. El grosor de la sal y el porcentaje exacto que hay que añadir durante el proceso de maduración lo decide el productor pantesco en el momento, según considera oportuno por cada lote de alcaparras y esto sucede pues tienen mucha experiencia y conocimientos de este arte.
Finalmente las alcaparras están listas para ser consumidas y entonces los productores llevan las alcaparras para que sean confeccionadas y vendidas. El tamaño de las alcaparras de Pantelleria va desde los 4 a los 15 milímetros de calibre, aunque las más apreciadas por los consumidores son de entre 4-8 milímetros de calibre.
Este arte pantesco de producir alcaparras es el mismo desde hace siglos y por esta razón la Unión Europea les ha otorgado la seña de producto IGP (Indicación Geográfica Protegida).
Hoy en día se encuentran en los supermercados alcaparras conservadas también en vinagre o en aceite. Estos conservantes alteran el olor y el sabor de las alcaparras (tal vez otros productores lo hacen a propósito ya que no todas las alcaparras son exquisitas como las de Pantelleria, entonces necesitan confundir el sabor regular de sus alcaparras con otros conservantes), mientras que la mejor manera para conservar las alcaparras es la sal que les permite durar sin alteraciones durante años.
Antes de utilizar las alcaparras hay que pasarlas debajo del agua del grifo para eliminar la sal, o sino inclusive dejarlas en un recipiente con agua durante toda una noche.
Seguro que podéis encontrar las alcaparras de Pantelleria en alguna tienda gourmet de productos italianos.
Comentarios recientes